Alfonso Pérez Poza es psiquiatra del Hospital de Día de Psiquiatría, un recurso de hospitalización parcial para quienes necesitan de recursos asistenciales sin estar hospitalizados en el centro las veinticuatro horas. Por el contrario, los hospitalizados de esta unidad del Hospital Miguel Servet acuden voluntariamente a completar su terapia cuando la necesitan, de forma flexible y adaptada a cada paciente.
— ¿Cuándo acuden estos pacientes?
— Pues si no hace falta que el paciente esté recluido en el hospital, entonces puede venir por las mañanas, hacer sus terapias, tomar su medicación para luego irse a su casa y llevar una vida más normalizada durante el tiempo que esté hospitalizado, sea un mes o dos meses, que suele ser la media de duración de los ingresos.
— Y en este proceso, ¿qué importancia tiene el arte?
— El arte es una forma de expresar muchas veces lo que con la palabra no sale. A través del arte el paciente expresa sus emociones, su mundo interior, y nos ayuda a entenderlo. Aquí ha venido gente muy creativa, quizá porque la enfermedad mental, lo psicótico, se correlacione de alguna manera un poco con la creatividad. Nos ha sorprendido por ejemplo la sensibilidad que ha demostrado gente que no había pintado nunca.
El equipo del Hospital de Día conoció Believe in Art a partir de sus intervenciones murales en el Hospital Infantil. “Los niños se habían beneficiado mucho y había enriquecido el hospital, lo había hecho más bonito”, recuerda Alfonso, así que cuando tuvieron oportunidad, se pusieron en contacto con la asociación, que accedió a realizar un proyecto conjunto entre voluntarios y pacientes del Hospital de Día. La primera intervención mural se llevó a cabo entre mayo y septiembre de 2018, mientras que la segunda colaboración se culminó a finales de 2019, materializándose en otro mural colaborativo para mejorar el entorno del Hospital de Día de Psiquiatría.
— Nos pareció que era una forma de hacer más agradable el recurso y se hizo una lista de pacientes que se podrían beneficiar de esta actividad. Entre los pacientes siempre hay alguno que tiene más mundo interior, más sensibilidad, más tiempo libre… El mural se realizó al tiempo que se mantenían las actividades habituales y participaron pacientes que, o bien estaban todavía ingresados en el Hospital de Día, o bien habían estado hace poco. Nos pareció que esta actividad podría ayudarles a acabar su recuperación y la verdad es que funcionó muy bien y, sobre todo, la experiencia de los pacientes fue buena.


— ¿La forma de trabajar era libre?
— Había una temática y un diseño previo que marcaba la artista que vino. Pero bueno, ya sabes que el arte no es siempre absolutamente libre y a veces que haya un tema o una dirección no quiere decir que el que crea no se sienta libre. Quiero decir, es verdad que hay una dirección, pero al mismo tiempo está la libertad del que pinta, así que es una mezcla de libertad y dirección, ¿no? Y el arte muchas veces es así. En un encargo, el artista proyecta un poco de lo que es también. Yo creo que es un poco paradójico, pero es una dinámica habitual: a veces las obras más creativas son las que se ha hecho por encargo. Es como cuando a un niño le pides que dibuje una familia. Hay una dirección, tiene que dibujar una familia, pero claro, la familia es la que proyecta de sus relaciones, está ahí su mundo interior, que es el que proyecta en la pintura.
Tal y como explica Alfonso, el Arte “es una forma de hablar sin hablar”. El Hospital de Día se ayuda de técnicas proyectivas que suponen “otra forma de acceder al mundo interior y establecer una comunicación con el paciente”. En este sentido, la arteterapia está muy presente y se combina con otro tipo de tratamientos, dependiendo del programa individual de cada paciente. De esta forma, los especialistas ofrecen terapia cognitiva, terapia familiar, terapias para mejorar las habilidades sociales, terapia grupal, terapia de autonomía… E incluso actividades como gimnasia o jardinería.
— ¿Y cómo se determina qué terapia es la más adecuada?
— El equipo (psicólogo, trabajadora social, enfermera…) diseña un programa individual para cada paciente. Entre todos decidimos el programa o la terapia más adecuada. El equipo también elige este programa individual de tratamiento junto al paciente. Esto es un hospital y es una comunidad terapéutica, no hay ingresos involuntarios, viene quien quiere. Es un espacio mucho más libre y se decide un poquito con ellos, incluso se acuerda con ellos cuando prefieren venir aquí.

— ¿Existe todavía tabú respecto a los enfermos mentales?
— Existe un estigma claro, porque la gente se piensa que si un paciente es muy grave o ha perdido el contacto con la realidad, no se va a recuperar. Y nada más lejos de la realidad. Por ejemplo, nos costó abrir el Hospital de Día, porque siempre encuentran otra prioridad antes que la salud mental, cosa que es, bueno, discutible. Y ahora con lo que hemos vivido de la covid-19, la salud mental no es la prioridad de momento. Yo lo entiendo, porque lo prioritario es salvar vidas, pero, como ocurre siempre con este tipo de catástrofes, morirá más gente por salud mental que por infección de covid. Siempre ocurre así. Por ejemplo, en la guerra de Irak murieron más soldados estadounidenses por suicidio que por combate.
— ¿Crees que esta percepción puede cambiar?
— Yo creo que los artistas siempre van por delante de la sociedad en muchas cosas, incluso por delante de la ciencia. Los artistas son gente con la cabeza más abierta, están abiertos a integrar experiencias, mientras que a otros grupos sociales les cuesta un poco más. Entonces si el arte se abre al espacio donde está la enfermedad mental, significa que la sociedad se va acercando un poco más, que entiende un poco mejor a los enfermos, que ya no les tiene tanto miedo. Esperemos también que nuestros jóvenes poco a poco entiendan que cualquiera puede tener una enfermedad mental y que todo el mundo tiene derecho a ponerse bien, a rehacer su vida e intentar ser feliz. Las enfermedades mentales son tan graves como lo son otras enfermedades físicas, pero las personas tienen derecho a recuperarse y a que no les marquen con el estigma de la enfermedad mental.
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