Lorena Domingo se define como una “artista plástica que trabaja y estudia la pintura” y colabora con Believe in Art desde 2008. Su primer reto fue realizar un mural en Cirugía Pediátrica del Hospital Infantil de Zaragoza. Recientemente, ha ofrecido una línea exclusiva de joyería y cerámica y, entre otros proyectos, ha pintado otro mural colaborativo en el Hospital San Juan de Dios y dos proyectos durante la pandemia, ilustrando el Día de San Jorge y el Día de la Madre. 

—¿Cómo te planteas obras tan distintas?

—Me gusta cambiar porque para mí son nuevas lecturas y nuevas problemáticas. Estos encargos también te hacen ver otros puntos de vista, que te adaptes y que tu trabajo se desarrolle. No me gusta acomodarme en un único formato o en una única forma de trabajar. Me gusta que sean diferentes soportes plásticos. Al final la pincelada es un poco la misma, pero las limitaciones te las da el propio material, tanto de espacio como de resistencia a la hora de pintar. No es lo mismo trabajar en una cerámica o en un metacrilato, que en un lienzo con mucha textura, porque va a ralentizar mi pincelada. 

—¿Cuánto tiempo te lleva el proceso?

—Cuando me preguntan cuánto tiempo me cuesta terminar una obra, siempre digo: «17 años, 4 meses y 12 horas… » Es que no se entiende, pero para mí un trabajo te lleva a otro, es una lectura y relectura de mi propia obra anterior. Lo bonito del primer paisaje que hice la primera vez que participé es que luego lo llevé al mural de San Juan de Dios y fíjate si han pasado años. Y ese paisaje de San Juan de Dios me ha llevado al paisaje del día de la Madre. Así que entran dentro de una serie pictórica que reviso y releo.

Lorena Domingo pintando una obra para celebrar el Día de la Madre en 2020. Al fondo, “San Jorge vence al Covid”, cuyas versiones firmadas y numeradas se vendieron para recaudar fondos que fueron donados íntegramente a organizaciones aragonesas que luchaban contra el coronavirus.

—¿Cómo es el cambio de un lienzo a un mural para Believe in Art? 

—Aunque son formatos grandes, como tengo toda la libertad, en eso no me siento cohibida, pero en cuanto a temática sí que es verdad que tengo más en cuenta si gustará y quién lo verá. Porque al final en un museo o en una exposición estás libre de poder elegir, de ir a verlo, mientras que en estos casos el espacio te lo están imponiendo. Que el  mural esté ahí es porque alguien lo ha decidido. Si te toca estar hospitalizado doce horas al día con un trabajo que no te gusta… Luego, al final, como lo trabajas desde el arte actual, se va a sostener en el tiempo, pero sí que pienso en que la obra tenga más calma de la que a lo mejor tendría un cuadro mío, u otro tipo de detalle… Quizá sea que están más “trabajados” que un cuadro, que lo dejaría más… que lo terminaría antes, ¿no? 

—Lo dejarías en apariencia más inacabado

—Sí, digamos que a lo mejor trabajo con más información, porque considero que a la gente le puede gustar más o se puede entretener viéndolo más.  A la gente le gusta ver algo que está representado y entender o terminar con su imaginación lo que está plasmado. Si fuese para mi casa, pues haría una raya y ya está, pero cuando es para un espacio público, no. Tengo diferentes series pictóricas, así que intento elegir la que vaya a tener más aceptación. 

Lorena Domingo se mueve entre la abstracción y la figuración. Ambas líneas pictóricas conviven en armonía en su obra. “Hay gente que se sorprende cuando paso de una línea a la otra, pero para mí tienen la misma problemática y las trabajo de la misma manera”, explica. En ambas trabaja los elementos pictóricos, “los ritmos, las velocidades, las pausas, la densidad de la pintura…”, pero también los propios límites físicos de su cuerpo. 

—Mi pintura es una pintura con mucha fuga, busco el instante y trabajo con las velocidades para que el propio espectador pueda ver dónde he empezado, dónde ha terminado mi pincelada, bien por el espacio que he tenido o bien por mi propio cuerpo físico. Esas vibraciones, esos ritmos, son para mí muy importantes. Entonces esas pausas llevan a que se entienda como inacabados. Pero están terminados. 

¿Siempre ha sido así?

—En el primer mural, hace diez años, después de muchos debates, acabé pintando un espacio en blanco que había dejado así intencionado. Estaba recogiendo cuando me empezaron a decir que me faltaba una parte. A la quinta persona que me lo dijo, pensé, “ya está, si por pintarlo de amarillo me van a decir que está acabado…” Ahora, en cambio, ya dejo esos espacios en blanco o esas pinceladas más fugaces, porque el soporte en el que estoy pintando es para mí un elemento más, es un color más.

Lorena Domingo pintando junto a voluntarios de Believe in Art en el jardín del Hospital San Juan de Dios. La artista diseñó un paisaje para un muro de 50 metros de largo, ampliando a través de la pintura el jardín de este hospital para el disfrute de sus usuarios.

—¿Cómo vives el ser voluntaria? 

—Con mucha ilusión y con mucho respeto. Porque al fin y al cabo cuando eres voluntario, tienes que tener responsabilidad y respeto con lo que pides. Y sobre todo también tener delicadeza y que el trabajo que pidas a los otros voluntarios sea responsable con la finalidad de tu trabajo. Hay  voluntarios que van más deprisa, otros que van más despacio… Tienes que aprender a diversificar esos tiempos. Yo no te puedo pedir que hagas el 70% del trabajo que se me ha encargado. Tiene que ser casi un tercio… yo creo que va un poco así.  Además, la gente responde con mucho entusiasmo y con mucha ilusión. Es un apoyo que en mi día a día, en el taller, no tengo. 

¿Cómo valoras el impacto del arte en la salud

—Yo creo que a veces no somos conscientes de la importancia que tiene, pero si algo nos ha dado esta pandemia es la búsqueda de un espacio para el arte en nuestra vida vida diaria. A mí me da miedo que la gente luego se olvide de esto. Después de tantos días confinados, espero que esos niños a los que veo pintar todos los días no dejen los pinceles. Porque luego nos olvidamos de la educación plástica y no se le da la importancia que tendría que tener en el colegio. Espero que los padres que han focalizado el tiempo de ocio y el tiempo de deberes en este tipo de educación, tanto educación física, como musical o artística, tengan en cuenta lo importante que ha sido y que continúe. 

¿Algún deseo para el futuro?

—Yo creo que nos planteamos las decisiones dependiendo de la practicidad que van a tener luego en la vida. ¿Por qué llamamos asignaturas “maría” a la educación física o a la plástica? Espero que se replanteen las elecciones que se hacen en nuestro panorama educativo y espero que estas asignaturas ganen espacio, porque al final aprendes a desarrollar una sensibilidad que luego te ayuda en el día a día para crecer como ser humano. Está muy bien saber sumar, pero también hay que disfrutar y saber pintar.