Yasmina Bericat es Historiadora del Arte y Gestora del Patrimonio Cultural. Es una persona sencilla, muy familiar. Conoció el proyecto de Believe in Art hace tres años y medio, en una charla informativa que la asociación organizó para los alumnos del Máster en Gestión del Patrimonio Cultural. Le picó la curiosidad y decidió unirse al terminar sus estudios. Primero, participó en eventos y en algunos talleres para niños. Después, decidió involucrarse más. “Me pilló en un ‘impasse’, porque acababa un trabajo, no encontraba otro y se me ofreció la oportunidad de hacer las prácticas allí”. Durante estos tres meses de prácticas, comisarió una exposición itinerante…
— ¿Por qué te hizo tanta ilusión este proyecto?
— Porque es lo más cercano a lo que he estudiado y a lo que querría dedicarme profesionalmente. En cuanto a la exposición, se conformaba de 39 fotografías de las 39 habitaciones que se hicieron en el Hospital Miguel Servet. Se dividía en cuatro grupos, cada uno perteneciente a una de las plantas intervenidas del Hospital, explicando un poco nuestra historia. Es el origen de nuestra organización. Durante un año la exposición rotó por determinados centros cívicos y universidades, como la San Jorge, la Escuela Superior de Diseño… Fue una gran experiencia y aprendí un montón, porque cuando te ves sola ante el panorama, suceden imprevistos que tienes que aprender a resolver.
— ¿Te has implicado en otro proyecto de larga duración?
— Junto a mi compañero Andrés Anadón, nos encargamos de dar talleres en colegios. Explicábamos a los niños en qué consistía nuestro trabajo y luego los convertíamos en artistas. Para ello, les dábamos un folio con una habitación que luego se podía montar en tres dimensiones. Queríamos que crearan un lugar en el que ellos se sintieran cómodos. Era muy chulo porque podían montar su puerta, su ventana, elegir si querían poner a algún compañero en la habitación, o simplemente pintarla como ellos quisieran.
— Seguro que alguna ocurrencia os sorprendió…
— Sí, alguna te choca porque salen propuestas muy interesantes, sobre todo entre los niños pequeños. Ellos son los que más creatividad tienen y en seguida se ponen a dibujar. A los adolescentes les costaba más, por la vergüenza. Si estaban al lado de sus amigos te decían que querían hacer algo, pero que no sabían si les iba a salir, o que les iba a salir muy feo…. Tenías que animarles para que se atrevieran a dibujar. Por eso yo creo que no somos nosotros los que perdemos la creatividad, sino que la sociedad la va cortando y eso es lo que hay que recuperar.
Además de ofrecer talleres en colegios, Yasmina Bericat cuenta que realizaron una versión para adultos en la Facultad de Ciencias Sociales. Estas actividades enriquecen a su vez la perspectiva de los voluntarios porque, tal y como explica, “uno de sus fines es aprender y obtener nuevas ideas para trabajar: siempre hay algo de lo que no te habías dado cuenta”. En concreto, el taller de adultos no formaba parte de ninguna titulación y, aunque cualquier persona podía apuntarse, muchos acudieron desde la rama de la Salud. La acogida fue muy buena y, en comparación con la espontaneidad de los niños, Yasmina Bericat piensa que “se nota mucho que nos capan un poquito la creatividad.”
— ¿Cómo se organizó?
— Fuimos previamente al Hospital y allí hice fotografías a algunos lugares que necesitarían una intervención, bien sea porque son muy aburridos, bien porque se hacen pruebas muy difíciles para los críos, etc. Les propusimos que crearan un proyecto y que después nos contaran cómo intervendrían el espacio. Los organizamos en grupos, se pusieron a pensar y cuando ya tenían su idea, íbamos nosotros y se la tirábamos. Porque en Believe in Art no nos lo ponen todo fácil. A lo mejor estamos haciendo una intervención y a mitad nos dice el médico que no le gusta, o el artista ya no puede venir, o hay obras en la zona….
— Al venir del mundo de la Salud, ¿cuál era su punto de vista?
— Pues son mucho más humanos y se fijan más en las necesidades de la persona que en lo estético de la intervención. Entonces era muy interesante, porque al final lo que queremos es que los pacientes se sientan cómodos y ellos se fijaban mucho en lo que necesitaban, en lo que les pasaba, en las enfermedades que podían tener… Por ejemplo, yo he estado dos veces como ayudante en un par de talleres en la escuela del Hospital y vivirlo es más durillo.
— ¿Cómo es la escuela?
— La llaman ‘Ciberaula’ y es una sala a la que acuden los niños hospitalizados. Los profesores les dan clase, pero no al mismo nivel que en el colegio. También les hacen un seguimiento. De vez en cuando se organizan talleres y, en el ámbito cultural, una vez al mes vienen desde los Museos de Zaragoza a impartir un taller. Yo he ido a dos. Al primero, vinieron de los Museos Romanos, y al segundo, del Pablo Serrano. Les hacen un teatrillo, les explican un tema en el que tú también tienes que intervenir, y luego pasas a realizar una actividad con ellos, que tiene que ver con lo explicado. Tienes que ayudarles a pintar, o con la manualidad que sea, y es muy entretenido. Aparte, como llegas un rato antes, coges confianza con ellos porque has estado jugando, les dejas que te conozcan…

Cuando Yasmina Bericat explica los proyectos artísticos en los que se ha involucrado de forma activa, las palabras brotan y me contagia su entusiasmo. “Mantenerme aquí y seguir ayudando es una manera de seguir conectada al mundo que me gusta y al que me quiero dedicar” –explica con honestidad. Transmite seguridad con sus gestos y con sus palabras, cuidadosamente elegidas, con la certeza de tener muy claras sus convicciones. Sin embargo, cuando le pregunto por sus primeros pasos en la organización, confiesa que al principio pensó que le costaría estar a gusto.
— Soy una persona muy tímida, me cuesta mucho abrirme a nuevas personas y más si me presento en un lugar sola. Si vas a un sitio con amigos o con un familiar, siempre entablas conversación con más facilidad, pero si vas sola… te cuesta más. Me acuerdo del día en el que quedamos todas a tomar un café, éramos todo mujeres, y yo estaba un poco incómoda. Luego, en seguida me brindaron confianza y la verdad es que te lo ponen muy fácil. En seguida confiaron en mí y nos pusimos a trabajar. Además, tengo una percepción muy buena y positiva de la gente con la que he coincidido en eventos.
— ¿Ha cambiado tu forma de ver la vida?
— Yo creo que ahora soy más abierta, me cuesta menos relacionarme con gente nueva. Por otro lado, el contacto con otras personas que son totalmente ajenas a tu profesión te aporta muchísimo, porque es un intercambio de conocimientos mutuo. También aprendes a salir del paso, sin recursos, por tus propios medios y de la mejor manera posible, porque, claro, tú sales de la Universidad con toda la teoría aprendida, con ideas preconcebidas de “esto se tiene que hacer así o así” y, de repente, pasas a la práctica. Con respecto a los voluntarios, la situación en la que nos encontramos te enseña a ser más humano, más sensible en cuanto a las enfermedades y a la gente que está hospitalizada. Aprendes lo gratificante que es ayudar a cambio de nada y eso te llena mucho más que cualquier dinero que te den por ningún trabajo.
No hay que dejar escapar a personas como Yasmina. Con gente así, la sociedad será mejor. Y hay que apoyar a asociaciones como Believe in art!!!!
Me encanta el entusiasmo de Yasmina. Creo que es el perfil perfecto para emprender proyectos. Es lo que se necesita en estos tiempos. Los conocimientos son importantes pero el entusiasmo y buena predisposición creo que aún más.
Yasmina es una de nuestras voluntarias más queridas. Responsable, entusiasta y honesta nos ha demostrado sobradamente que se puede confiar en ella para cualquier cosa. Esperamos seguir contando con ella por mucho tiempo.