La mamá de un niño envió esta foto al equipo de Believe in Art de su hijo en la habitación de Julio Antonio Blasco y la colgó en redes, haciéndose viral.
A veces, para hacer magia, no hacen falta varitas ni sombreros de copa. Hay quien la consigue con brochas, aguarrás y botes de pintura. Porque solo eso, la magia, explica lo que los chicos de Believe in Art han conseguido en el hospital Miguel Servet de Zaragoza.
Durante un año, dormí más noches en ese hospital que en mi propia casa. Durante esos meses, las habitaciones y los pasillos de Oncopediatría se convirtieron en mi segundo hogar. Y aunque entonces no lo pensaba -tenía preocupaciones más importantes- aquel hogar necesitaba un lavado de cara.
Habrá quien piense que esto de poner bonitos los hospitales es una frivolidad. Bueno, yo tampoco creo que la decoración de un hospital sea prioritara. Cuando tu vida está en peligro, cuando el dolor te atenaza, lo que de verdad importa es que allí haya médicos, medicinas y equipos capaces de ayudarte. Importan la eficacia y los resultados. Y sin embargo…

Sin embargo, ahora veo el dragón de David Guirao en las paredes del hospital y pienso en cuánto me habría gustado que Pablo se subiera su lomo para salir volando fuera de la habitación, o en la de cuentos que habríamos inventado con el circo del Sr. López que decora otra de las habitaciones.
La belleza no acaba con el cáncer, pero también cura. No tiene efectos sobre las células malignas ni sobre los tumores, pero ayuda a los corazones rotos y ofrece una excusa para olvidarse por un rato de los goteros y las punciones. Y si eso es importante para quienes tienen que pasara una sola noche en el hospital, imaginen lo que supone para los pacientes obligados a ingresos interminables.
Por eso es tan maravilloso el trabajo de Believe in Art. Porque aleja el miedo y regala instantes de felicidad a quienes más lo necesitan.

Nosotros vivimos nuestro año hospitalario sin dragones ni monstruos de colores. Los ‘believers’ llegaron después, pero he seguido de cerca su trabajo y he visto lo que han hecho con ‘mi’ hospital. Han convertido habitaciones tristonas y anodinas en escenarios para la imaginación y el juego, dos cosas imprescindibles para que un niño sea feliz, sin importar lo enfermo que esté.

Por eso, gracias, Believe in Art, a vosotros y a todos los que han ayudado a que este proyecto se haga realidad. Aunque el trabajo duro es cosa de los médicos y las enfermeras, vuestros murales también ayudan al bienestar de los pacientes. Los niños que pasen ahora por el Servet nunca van a olvidarse de los amigos que descubrieron en las paredes de su habitación. Y eso, ya les digo es pura magia.



por Cristina Delgado Trinchán.
Comentarios recientes